Tras el final de la saga TestaRossa, de la que los 512 TR y M fueron los últimos descendientes, se esperaba que Ferrari diera un giro de 180 grados. Garantizar un sucesor digno de sus predecesores no era tarea fácil. Sin embargo, desde el momento de su presentación, el 550 Maranello conquistó a todos, incluso a los más recelosos de los incondicionales de la firma italiana. Aunque es muy ancho y luce una evocadora toma de aire en su capó de aluminio, este Ferrari no tiene intención de pasarse. Le apodan el «Squale», y si se mira más de cerca es fácil ver por qué. En primer lugar, por su majestuoso perfil, con un largo capó que parece no tener fin y unas tomas de aire situadas tras las ruedas delanteras que parecen branquias.