Inspirándose en el Diablo SE30 Jota , la nueva dirección quiso ofrecer variantes aún más extremas (y caras) del Diablo, en forma de series limitadas, susceptibles de atraer a los coleccionistas más adinerados. La fábrica de Sant’Agata construyó el Diablo VT-R en 1996. Mucho menos conocido -sólo se fabricaron 3 (!) de los 5 previstos inicialmente-, el VT-R sigue siendo una de las últimas locuras de la marca antes de… su nueva adquisición. Es muy posible que Lamborghini tuviera algunas piezas del Diablo SE30 en stock, por lo que la idea era reutilizarlas en un chasis del Diablo VT, con la excepción de las ventanillas y las llantas distintivas, que se tomaron prestadas del Diablo VT roadster. El Diablo VT-R utiliza una versión modificada del V12 de 5.7L, capaz de propulsar al Super Diablo a 328 Km/h a las 4 ruedas.