Tras el triunfo del Ghibli, Maserati recurrió de nuevo a Giorgetto Giugiaro y a su flamante estudio Italdesign para diseñar el nuevo modelo, cuyo nombre recuerda una fuerte brisa muy conocida al este de la costa adriática. Pietro Frua también propuso un modelo a escala real. El diseño de Giugiaro no sólo era más moderno, sino que se ajustaba perfectamente a los demás modelos de la gama. La carrocería fue fabricada por Officine Padane en Módena. La caja de cambios ZF de 5 velocidades estaba montada sobre un chasis auxiliar con suspensión trasera. Dado que Maserati formaba parte de Citroën en aquella época, el Bora heredó algunas piezas del fabricante francés: los frenos, las luces retráctiles, el asiento del conductor y el ajuste de los pedales eran hidráulicos. Sus 310 CV (300 CV para el mercado estadounidense debido a las restricciones de emisiones) le permitían alcanzar una velocidad máxima de 260 km/h.