Éxito estético y comercial innegable, el Maserati Granturismo tuvo la mala suerte de olvidarse de consultar la báscula antes de entrar en una categoría GT que llevaba varios años en plena emulación. Se aburguesó y desempeñó el papel de todocamino de lujo, frente a la deportividad extrema de las berlinas de Maranello, que ahora son dueñas de su propio destino. Pero el Granturismo tiene sus fans: en 2007, las ventas de la marca aumentaron un 33%, hasta las 7.353 unidades, y Estados Unidos se convirtió en el mayor mercado de la firma, muy por delante de Italia. Por tanto, podría haber continuado tranquilamente su carrera sin grandes cambios inmediatos. Pero eso sin tener en cuenta el orgullo italiano que forma parte integrante de la cultura corporativa de Ferrari. Culpado en Europa de falta de carácter latino, el Granturismo recibió multitud de atenciones destinadas a devolverle algo de su sangre caliente. Y, como es habitual en Italia, ¡eso significa aumentar la caballería!